La delincuencia en las calles y algo más...

Publicado en por ADESCO PANAMA

jovenes delincuentes en resocialización

Nos preguntamos quien debe ser castigado, o los hijos o los padres? 

Desafortunadamente, ni los hijos ni los padres.  La sociedad misma en su integralidad está inmersa en el problema. 

La base de la personalidad se forma a partir de la primera infancia, y los primeros en el eslabón es la familia, pues ella juega el papel más importante en la formación del adolescente.  

Las estadísticas para esta población demuestran que antes hubo una vida plagada de abandonos, maltratos y carencias. Hubo una familia marcada por la pobreza, la violencia y la marginalidad; hogares disfuncionales o que son violentos; y por ende “la violencia engendra más violencia”; por tanto, es importante aceptar que la opción delictiva no aparece de golpe en la vida del joven delincuente ni se transmite en los genes.

A falta de esta base, algunos adolescentes no logran asumir esa responsabilidad por el control de su conducta moral, ni un aprendizaje conforme a las normas, hábitos y costumbres sociales.  Ello facilita un contacto temprano con el mundo de la calle y denota una falta absoluta de espacios sociales de inclusión (escuela, clubes deportivos, iglesias comprometidas, programas de resocialización oportunos, etc.).

Esto trae como consecuencia adolescentes agrupados en bandas llevando a cabo actos donde se ejerce la violencia, se cometen fechorías constantemente y, aún peor, realizando actos ilícitos convirtiéndose en adolescentes delincuentes y pandilleros.  

Hoy en día existe otro factor que forma parte de su vida, la droga, que termina por agudizar el problema ya que la combinación de problemas mentales cuando existen, unido al consumo de drogas engendra otras patologías.

Finalmente la prevención eficaz de la delincuencia juvenil es política de Estado. Falta un liderazgo institucional fuerte, pues hace falta ver el problema con un enfoque sistémico. Una política de seguridad ciudadana más integral y coordinada que lleve a un desarrollo humano, de lo contrario, nos encontraremos produciendo delincuentes.  El primer legado que debemos dar a nuestra juventud es una sociedad sostenible.  Es necesaria, la creación de oportunidades, en particular educativas, para atender a las diversas necesidades de los jóvenes y servir de marco de apoyo para velar por el desarrollo personal de todos los jóvenes, en particular de aquellos que están en peligro o en situación de riesgo social alto, que a mi parecer, debería iniciarse en las escuelas primarias y continuar hasta los 20 años. Nuestra niñez, es un tesoro pues es el relevo en nuestra sociedad actual. 

 

 

 

 

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